EL CONDUCTISMO Y SUS LIMITACIONES PARA LA SALUD MENTAL DE TU MASCOTA

04.11.2024

El conductismo, desarrollado a principios del siglo XX, ha sido históricamente una de las bases de la modificación de conducta, especialmente en animales. 

Este enfoque se centra en moldear el comportamiento a través de refuerzos y castigos, considerando que cualquier conducta es una respuesta directa a estímulos del entorno. 

Aunque el conductismo ha sido útil para entender ciertos patrones, cuando se trata de trastornos de comportamiento animal complejos, esta teoría se queda corta. 

Aquí exploraremos por qué el conductismo no es suficiente para abordar los desafíos emocionales y conductuales de los animales y por qué necesitamos una visión más holística y actualizada.


1. Reduccionismo del conductismo: un enfoque limitado

El conductismo parte de la premisa de que todo comportamiento puede ser explicado por estímulos y respuestas, lo que reduce los problemas de comportamiento a un simple "si sucede X, entonces ocurre Y". 

Sin embargo, los trastornos de comportamiento son mucho más complejos. 

El cerebro animal, al igual que el humano, es un sistema en el que intervienen múltiples factores como la genética, las experiencias previas, el estado emocional y las relaciones sociales. Pensar que solo el entorno moldea la conducta es ignorar la profundidad de los procesos internos que determinan cómo un animal percibe y reacciona ante el mundo.


2. Falta de enfoque en las emociones y la neurobiología

Uno de los puntos débiles del conductismo es que no toma en cuenta las emociones, un factor esencial en la mayoría de los trastornos de comportamiento. 

Por ejemplo, la ansiedad, la agresión y la fobia en animales no se deben simplemente a un mal condicionamiento, sino que muchas veces son resultado de desbalances neuroquímicos o alteraciones en el procesamiento sensorial. 

Aplicar técnicas conductistas (como castigos o recompensas) sin entender estos fundamentos puede resultar ineficaz porque no apunta al problema realmente y, en ocasiones, empeorar la situación. 


3. El efecto de la supresión de conductas sin resolver la causa

Un error común del conductismo es que, al enfocarse en suprimir conductas, no resuelve la causa del problema. Por ejemplo, si un perro ladra excesivamente por miedo o ansiedad, y aplicamos castigos para reducir el ladrido, estamos eliminando el signo sin tratar la causa subyacente. 

Esto puede llevar a una "mejora" superficial del problema, mientras el malestar emocional del animal sigue presente y se expresa de otras maneras, a veces más dañinas.

En los trastornos de comportamiento complejos, suprimir las conductas problemáticas puede enmascarar síntomas importantes, retrasando o evitando un diagnóstico y tratamiento adecuado. Esto causa frustración en los tutores y puede hacer que piensen que "su animal es el problema", en lugar de entender que es el enfoque lo que necesita cambiar.


4. Necesidad de un enfoque integrado: etología clínica y psicofarmacología

Para abordar efectivamente los problemas de comportamiento, es fundamental adoptar una perspectiva que combine la etología clínica y la psicofarmacología, cuando es necesario. Muchos trastornos, como la ansiedad generalizada o el síndrome de hipersensibilidad e hiperactividad, requieren más que una intervención conductual; necesitan un abordaje que considere aspectos neurobiológicos, emocionales y del entorno en el que vive el animal.

Por ejemplo, en casos de ansiedad severa, el tratamiento puede incluir el uso de medicación para estabilizar el sistema nervioso y permitir que el animal esté en una mejor posición para aprender nuevas conductas y adaptarse al entorno. La psicofarmacología, junto con un manejo conductual, ofrece una manera más holística de tratar al animal, abordando tanto la raíz del problema como sus síntomas.


5. La importancia de la participación activa de los tutores

Un enfoque basado exclusivamente en el conductismo suele dejar a los tutores con dudas y frustraciones. Los tutores necesitan comprender el origen del problema de comportamiento, no solo aprender a manejarlo superficialmente. Cuando los tutores entienden que el comportamiento problemático de su animal puede ser el resultado de un desequilibrio neurobiológico o una alteración emocional profunda, pueden tener una visión más compasiva y participativa en el proceso terapéutico.

Además, al involucrar a los tutores en la terapia, no solo les proporcionamos herramientas para modificar conductas, sino que les enseñamos a comprender mejor a sus animales, sus necesidades y cómo crear un ambiente de apoyo y estabilidad.


6. Hacia un nuevo paradigma en la terapia de comportamiento animal

El tratamiento efectivo de los trastornos de comportamiento requiere un enfoque individualizado, que considere tanto el bienestar emocional como las características biológicas de cada animal. Cada caso debe abordarse de manera única, evaluando no solo los estímulos ambientales sino también los factores internos que afectan la percepción y respuesta del animal. La aplicación de herramientas de neurociencia y etología moderna permite un tratamiento más preciso, reduciendo la necesidad de técnicas que solo buscan la "obediencia" o la eliminación de conductas problemáticas.



La crítica al conductismo no busca negar el valor que tuvo en su momento, sino mostrar que los conocimientos en neurociencia, etología clínica y psicofarmacología han demostrado que el comportamiento animal es mucho más que una serie de respuestas condicionadas. 

Abandonar un enfoque exclusivamente conductista no solo permite tratar mejor los trastornos de comportamiento, sino que también abre un camino hacia una relación más profunda y comprensiva entre los animales y sus tutores. 

El cambio hacia una perspectiva más integradora y actualizada no solo beneficia la salud mental y emocional del animal, sino que también ayuda a los tutores a entender y apoyar a sus compañeros de vida de manera más efectiva y ética.