NIÑOS Y PERROS: CUANDO LAS INTERACCIONES SON PROBLEMÁTICAS
Últimamente me han consultado y he evaluado a varios pacientes caninos que tienen problemas de agresividad hacia los niños.
Muchos piensan que es por un afán del perro de querer dañarlos solamente a ellos, porque son pesados o porque "odian" a los niños. Incluso se relaciona, para variar, con el tan manoseado concepto de "dominancia".
Esto va mucho más allá de eso, y es esperable que el tutor prevenga estos problemas en el Período de Socialización (3 semanas a 3 meses de vida), donde se esperaría que pueda conocer niños mediante interacciones reguladas y siempre supervisadas para que sea una experiencia gratificante para ambos y no invasiva o demandante en exceso para el perro.
Una vez que este periodo de socialización termina, que es crítico para el neurodesarrollo, y las conductas de miedo más intensas empiezan a aparecer; si este problema es dejado de lado o no se le toma la importancia que merece, avanzará a la adultez transformándose posiblemente en agresividad, porque el perro no reconoce la figura de un niño dentro del espectro de lo "conocido", como lo es la figura de un humano, adulto, de características "estándar" de estatura, contextura, tono de voz, que tiene más posibilidades de ver a diario y por ello ya se ha habituado.
Si además sumamos que el perro no tiene la suficiente autorregulación emocional (tema muy importante y pocas veces tomado en cuenta por algunos profesionales), y no se siente lo suficientemente contenido, se le castiga o es ignorado al mostrar conductas de malestar (posturas, gruñidos), el problema escalará en intensidad y frecuencia con este perro intentando adaptarse como sabe y como puede.
Por lo tanto, el llamado es a prevenir y no sólo a "curar", ya que una vez que decidimos tomar terapia, es un camino largo y que requiere de tiempo del tutor, porque además suele venir con otros déficits sociales adicionales que también hay que tratar.
No basta ni es recomendado intentar "socializar" por la fuerza al perro con niños una vez que ya se muestra agresivo, o pensar que todo "es cosa de que se acostumbre", porque aún no cuenta con herramientas básicas para gestionar esta situación, por lo que llevarlo a un parque repleto de niños puede empeorar el problema y lo que es peor, exponemos a otros a accidentes por mordeduras.
Cuando tenemos un cachorro, es EL momento para trabajar arduamente en prevenir problemas a futuro. No solamente se trata de invertir en camitas, ropa, vacunas y antiparasitario. Una de las inversiones más fuertes más allá del dinero es el tiempo, la paciencia y constancia que debemos entregar en este período. No olvidemos que estamos en tiempos de pandemia y los períodos de socialización se vieron totalmente deficitarios en la mayoría de los cachorros.
Si necesitamos asesoría, no debemos dudar en pedirla, de manera informada y responsable.
Dra. Soledad Torres Alvarado
Médico Veterinario
Máster en Etología Clínica y Psicofarmacología
CONCIENCIA Etología Clínica